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Las sesiones familiares tienen algo muy especial para nosotros. Ya no sólo por el reto que suponen, sino porque en ellas tengo la responsabilidad de captar los sentimientos y emociones de cada uno de los miembros de la familia. Y, por supuesto, no todo el mundo se siente igual de cómodo delante de una cámara. Por eso me gusta hablar primero con los padres para saber cual es su estilo e intuir qué es lo que les puede ir mejor para sentirse cómodos. Que sientan el momento de la manera más familiar posible. Como si yo apenas estuviera allí.
Obviamente, trabajando con niños pequeños llevamos mil cacharritos y planes B para que no se aburran y estén lo más entretenidos y participativos posible. Lo que más nos gusta, sin lugar a dudas, es plantear cada sesión como un juego familiar. Normalmente estoy a su alrededor, dando algunas indicaciones, pero dejando les libertad para relacionarse entre ellos de la manera más natural posible.
De ahí es de donde salen las fotografías que más gustan, los momentos más auténticos y las sonrisas más sinceras. Esas caras de felicidad en las que luego las madres reconocen a sus pequeños tal y como son. Sin posados perfectos, ni posturas artificiales. Sólo ellos, niños en estado puro.
Jugar es esencial para ellos, pero también para nosotros, ya que nos conecta con nuestro niño interior y da un brillo especial a nuestra mirada. Y nosotros también jugamos con ellos. Les animamos a que interactúen, a que no me miren a mi siempre ¡Y nos lo pasamos genial!
Con Andrea, Jose y su peque Pablo la sesión fue rodada. Pasamos un par de horas paseando y jugando. Disfrutando del buen tiempo y creemos que eso siempre se nota en la sesión. Aquí os dejo una pequeña muestra:
Si queréis una sesión familiar o cualquier otra, podéis pedir información sin compromiso mandándome un mensaje privado en cualquiera de mis redes sociales, o escribiéndome un email en contacto.
Fuente: http://enfamilia.aeped.es